Lagrimas negras

Lagrimas negras
a veces sin querer y otras queriendo...

jueves, 25 de octubre de 2012

No soy superior... tampoco inferior...a nadie


Hoy, no voy a escribir, voy a gritar, gritar mi cansancio, mi frustración, mi cabreo, por no ponerle más adjetivos, la gente me cansa, me desborda, la mala educación, la falta de urbanidad, el desprecio hacia los demás, el poco respeto que dan y el mucho que exigen.
No entiendo el porqué se sienten superiores, el porqué de la arrogancia que desprenden, contra más estudios, más superiores se sienten, y contra menos más  exigen, como si fuesen los únicos, se cubren con una coraza de superioridad, para sobrevivir en un mundo irreal que hemos creado entre todos, en el que la lucha por la supervivencia pasa por pisotear a todo aquel que se ponga por delante.
Se protegen con aires de superioridad que no poseen, el que tiene estudios, porque cree que eso le da derecho sobre los demás, y el que no los tiene se protege, con la fuerza bruta para demostrar que es superior. Y ambos solo demuestran que no tienen ni pizca de educación, ni de urbanidad, que el respeto de si mismo, empieza por el respeto hacia los demás, que el pisotear todo lo que encuentras en tu camino, no demuestra más que eres un ser inferior, falto de toda educación y respeto, que no eres mejor, por tener más o por poseer más, si no porque eres humano, porque respetas a los demás, que no tienes que pasar por encima de nadie para parecer el mejor, que lo que hay que hacer es mirar en tu interior y reconocer los fallos, la falta de autoestima, el miedo, la envidia, el orgullo, la soberbia, la propia impotencia, la presunción.
No sé, me da pena de ver cómo queremos ser respetados, sin que nosotros respetemos a los demás, de cómo nos sentimos superiores hacia otros, sin darnos cuenta de que todos en realidad somos iguales, ni mejores ni peores, que todos cometemos errores, pues no somos perfectos, que hasta los animales se comportan más racionalmente que nosotros.
Me da pena la humanidad, no se hacia donde caminamos, sino hacia nuestra propia autodestrucción, por desgracia ya demasiado cercana.

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